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Otro ladrillo en la pared

jueves, 28 de junio de 2007

We don't need no education
We don’t need no thought control
No dark sarcasm in the classroom
Teachers leave them kids alone
Hey! Teacher! Leave us kids alone!
All in all it's just another brick in the wall.
All in all you're just another brick in the wall.
Another Brick in the Wall, Pink Floyd


En los albores de mis 24 años llego nuevamente a un interrogante que retumba en mi cabeza cada tanto: sirve de algo la educación?

Tal vez la primera pregunta pueda ser malinterpretada, y habría que reformularla: sirve de algo estudiar? Sirve el sistema educativo actual?

En esta nueva ocasión del dilema, cuento con otras herramientas para atacarlo. Herramientas que casualmente aprendí en la facultad y en el trabajo y autocapacitándome (ok, ésto no contestaría ya la pregunta de si sirve el sistema educativo actual?? NO). En Sistemas, se sabe si un sistema es EXITOSO si cumple los requerimientos planteados a su inicio en tiempo y forma. Entonces tenemos la primera parte: requerimientos.

Para simplificarlo, vamos a decir que ésto es el objetivo que queremos alcanzar. Cuál es el objetivo que el sistema educativo actual quiere alcanzar? Cuál es el objetivo del primario, del secundario, y del universitario? (o cómo mierda se llamen ahora EGB, CPB, EPB, PVC, LSD, etc). Están planteados éstos en algún lugar? Está el estado evaluando si éstos se cumplen?

Supongamos que no. (Claramente no, pero seamos benévolos y supongamos solamente). Cuál sería el objetivo de la educación primaria?
  • Preparar al púber para la secundaria?
  • Enseñarle las operaciones aritméticas, el análisis sintáctico, y algo de historia?
  • Formar la base de valores del joven?
  • Prepararlo inconcientemente para que abra su mente a los programas de Cris Morena?
Y teniendo esto en cuenta, cuales de la secundaria?
  • Preparar al boludo para la universidad?
  • Enseñarle alguna que otra boludez, más cosas de historia y química?
  • Enseñarle a autoeducarse, cuestionar lo que le digan, y buscar siempre la verdad?
  • Prepararlo inconcientemente para que en el futuro tenga la mente tan arruinada por el alcohol y las drogas a temprana edad que su única salida sea presentarse para entrar a la casa de Gran Hermano?
Claramente así podríamos deducir los de la universidad:
  • Preparar al inutil para chocarse contra la pared de la realidad? (o sea, que entienda que ni la primaria ni la secundaria lo iban a formar, y menos la universidad, y que si no se avivó de eso hasta ese momento seguirá siendo un inútil)
  • Enseñarle cosas complicadas que jamás recordará y darle un título que agregue tres letras antes de su nombre?
  • Transmitirle toda la experiencia que otras personas reconocidas del campo puedan brindarle para su formación profesional? (y brindarle todos los interrogantes necesarios para que sienta la necesidad de autocapacitarse, de cuestionar, y de investigar las soluciones)
  • Hacerle creer que es groso, y dejarlo contento como el nene de mamá que se recibe y que tiene un título? (para así, claro, el día de mañana, meterse a la política, y así poder terminar bailando en el caño de Bailando por un Sueño)
Es la educación actual inservible? Claramente no. Creo haber sido bien educado y aprendido muchas cosas tanto en la primaria, como en la secundaria, así como también en la universidad. Fue mérito completo del sistema educativo? No.

Entonces llegamos a que el sistema de educación actual funciona para quien lo quiera escuchar... (Me vinieron las palabras del flaco, "quien quiera oir que oiga"...)... y para el que no? Para aquel que no cree que sea necesario estudiar? Para aquel que no encuentre en eso utilidad y la busque en otro lugar? Para aquel que no se de cuenta de esto por sí sólo?

Para él, el sistema educativo es solo un estorbo entre su infancia y una adultez inmadura.

Entender que no se debe estudiar, sino aprender a estudiar. Entender que no se debe memorizar, sino que se debe recordar. Y por sobre todo, entender que cada pequeña enseñanza, por más pequeña, limitada, acotada, o directa que parezca, puede ser aplicada a todo el mundo que tenemos por delante. No hay enseñanza pequeña. Están las que se pierden. Y las que perduran por siempre. Y son estas últimas las que hacen que mañana aprendamos cosas nuevas y que sigamos creciendo.


Obviamente no llegué a nada. Como siempre. Pero por ahí los hice pensar un rato.


Saludos,
Alejandro

PD: hace 29 minutos que ya tengo 24 años... no se siente distinto que tener 23.... asi como tampoco se sintió distinto que tener 22... y así...

La Casa de Asterión

viernes, 15 de junio de 2007

Hace un tiempo leí un cuento de Jorge Luis Borges que me impactó de principio a fin. Era lo primero que leía de Borges (debo confesar), y realmente tocó algo en mí. En muchas líneas, yo me sentía identificado. Identificado con Asterión. Identificado con él (que es Asterión). Tanto en lo bueno, como en lo malo, sentí lo que Asterión sentía, sufrí con él, y reí con él.

Y como no tengo mucho que decir, o quizás no sea este el lugar, o quizás no tenga tiempo para, me conformo con compartir con ustedes esta hermosa pieza de la literatura que forma parte de mi vida:


La Casa de Asterión, de Jorge Luis Borges

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que ho hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprndiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distacciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suel, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.

No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensantgriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redeentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.

-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.